Moreno Peña y la idea falaz del voto duro – En opinión de Mtro. Abel Palomera Meza

El licenciado Fernando Moreno Peña ha sido, durante los últimos años, activo opinador y comentarista político. Al mismo tiempo, ha mantenido participación partidista, y buscado tener influencia en las decisiones y destino del Partido Revolucionario Institucional (PRI). La última “gran jugada” que se le atribuye es el haber gestionado la llegada del licenciado José Manuel Romero Coello al Comité Directivo Estatal de ese partido, posición pensada para apalancarlo rumbo a la candidatura al Gobierno del Estado. Bajo este tenor, el licenciado Moreno Peña, se sabe, tiene mucha influencia en el PRI, ya sea por sus dichos públicos en los medios de comunicación o directamente a través de las personas y órganos partidistas que le escuchan con respeto y atención.

Si la anterior hipótesis es cierta, en diferentes medios y participaciones ha soltado dos o tres indicios sobre lo que podría ser una especie de estrategia electoral del PRI rumbo al 2021. El también ex Gobernador, ha referido que en “…la elección de 2021 se podrá ver en las boletas a casi 10 candidatos para Gobernador y ese mismo número a cada una de las alcaldías, lo cual favorecerá al PRI, ya que los votos se fragmentarán”. Ha dicho que “…se pasará de una elección de voto concentrado, como la que ocurrió en 2018, a un voto disperso con un mínimo de diez partidos por lo que el partido que tenga la estructura más sólida, tendrá mayores posibilidades de ganar la elección.”

¿En qué basa esta idea el licenciado Fernando Moreno Peña? En que el PRI tiene voto duro, el que se caracteriza por ser la suma de votos emitidos por militantes y simpatizantes priistas, elección tras elección, sin importar quiénes sean los candidatos postulados. Es un voto a ciegas por el partido político, que igual se emite a favor del PRI en una elección, como en otra siguiente. ¿Qué está previendo el ex Gobernador priista que suceda en 2021? (1) Que PAN, PRD, Movimiento Ciudadano, Morena-PT, PVEM y Nueva Alianza, postulen cada uno un candidato a Gobernador, a los que se sumarán independientes, como los casos de Agustín Díaz Torrejón y Rafael Mendoza Godínez; (2) que el PRI tendrá mayor capacidad institucional para mantener y movilizar su voto duro; y (3) que en un escenario de muchos candidatos, la votación se fragmentará (distribuirá) entre ellos, teniendo varias porciones, y el PRI, con su voto duro, tenga la mayor porción, que le permita ganar.

Si esta fuese la estrategia del PRI rumbo a la elección de 2021, déjenme decirles, desde este momento, que en Casa de Gobierno habrá cambio de partido gobernante. Si algo probó Morena y la coyuntura democrática en 2018 es que, existe una real crisis de legitimidad en los partidos tradicionales, que el voto duro del PRI y de cualquier otro partido es cada vez menos consistente y que el voto duro está dejando de ser factor decisivo en el resultado de una elección. En cualquier encuesta que usted consulte podrá ver que la proporción de electores apartidistas es mayor que la proporción de electores que se identifiquen claramente con un partido específico.

¿Cómo es el voto duro del PRI en la actualidad? En su máximo nivel registrado en la elección de 2018 -la más reciente-, representa apenas el 19% de la votación total. Alrededor de 64 mil votos. Estos no son suficientes, ni cerca, para ganar una elección de Gobernador. ¿Por qué el voto duro del PRI ya no es tan consistente en Colima? En un análisis propio del nivel de votación a favor del PRI, que comprende las últimas cuatro elecciones (2009, 2012, 2015 y 2018), éste partido ve un desalineamiento gradual pero cada vez más acelerado de su voto duro, a razón de 18.4% (19,345 votos) de una elección a otra. En el periodo 2009-2018 dejó ir un total de 58,035 votos. En concreto, de 2009 a 2012 el PRI perdió 857 votos (0.7%), de 2012 a 2015 disminuyó 31,406 votos (25.9%) y de 2015 a 2018 decreció en 25,772 votos (28.7%).

¿A dónde se fueron estos votantes que antes eran leales al PRI? De 2009 a 2015 sufragaron por el Partido Acción Nacional (PAN). De 2015 a 2018 se pasaron a Morena. Y los votos que el PAN había tomado del PRI en dos trienios (2009-2012 y 2012-2015), también se los llevó Morena en 2018. El partido azul estuvo cosechando el voto priista hasta que, de 2015 a 2018, perdió el 53% de los electores que había sumado, equivalentes a 62,435 votos. ¿Qué arroja este análisis sobre el voto duro del PRI en Colima? Que su voto duro se continuará dispersando, aunque también el del PAN, pues se da un efecto colmena, pero a la inversa, donde una vez que una persona decide irse, su opinión y referencia lleva a que otras personas cercanas también se vayan.

Entonces, no le conviene al PRI la fragmentación del voto entre varios partidos y candidatos, como lo afirma el licenciado Fernando Moreno Peña. No le alcanza. Está muy lejos de ello. Es algo que habría funcionado contundentemente hace nueve años, pero ahorita es un camino seguro al fracaso. ¿Qué si le conviene? ¿Cuáles sí podrían ser elementos de una estrategia electoral para el PRI rumbo al 2021? Los dirigentes priistas tienen que leer lo que ya he recomendado en diversos de mis artículos que forman parte de esta columna de opinión denominada Estrategia Pública.

Uno muy importante, el publicado el 21 de julio de este año, titulado El PRI Colima después de la elección de 2018. Adicionalmente, se tiene que: (1) ir por el voto joven que representa 27% del total de votantes; (2) disminuir el voto anti PRI (de rechazo al PRI); (3) construir, más que alianzas partidistas, una coalición mínima ganadora, que es un término que alude a que debes construir un conjunto de aliados que, al no tenerlo alguno de ellos tu adversario más cercano, está imposibilitado a ganar; (4) saber jugar en un entorno de alta volatilidad electoral, es decir, en la que los votantes un día deciden por un partido o candidato y al día siguiente pueden cambiar esa preferencia, la que sólo es determinante a los pocos días previos al de la elección y que se materializa en el sufragio el día D; y, sobre todo, (5) dejar la idea falaz del voto duro que, se quiera o no entender, ya no es útil pero sí lleva al fracaso. Hasta aquí mi participación de este día, nos leemos en la siguiente.