20 de noviembre 2020: sin desfile Por: Blanca F. Góngora

No hay desfile pero sí hay revolución y esta, verdadera y profunda, empezó en marzo y se ha convertido en una guerra donde los caídos se siguen incrementando, los bandos (los que creemos en el virus, los que no creen en el virus) seguimos en disputa y la confianza en las grandes decisiones se ha pulverizado hasta no quedar ya nada.

En marzo creímos que sería pequeña llamarada, que dejábamos las escuelas unos cuantos días y que pasando Semana Santa volvería la paz. Después creímos que el Día del Trabajo sería como cada año y en las fiestas después del desfile de los sindicalizados tendríamos mucho que celebrar. Pasó el Día de las Madres y el Día del Maestro sin festivales ni declamaciones alusivas, sin el corre y arregla el escenario, sin el bailable de los alumnos,sin la rifa de regalos y la “bondad” de los políticos que son requeridos para que donen la plancha o la jarra de cristal, esa de las irrompibles. Así, sin darnos cuenta, llegó el tiempo de las graduaciones y aquello fue tan simple y desalmado (es decir sin alma) que muchos ni adiós alcanzamos a decir a nuestros alumnos. De pronto otro ciclo empezó y los alumnos de nuevo ingreso no conocieron jamás a sus maestros en persona, no han saboreado lo que es estar en una “nueva” escuela, no han podido negar o confirmar lo que tanto les contaron del maestro fulanito o la maestra vacilona. Septiembre llegó, los Niños Héroes invadieron todo Zoom, Hidalgo también por ahí se presentó y el ¡Viva México! grabado tampoco nos faltó. Y ahora, después de un creativo Día de Muertos llegamos al “Desfile de la Revolución”. No hay desfile, lo decía al principio, pero sí hay revolución, si nos concretamos al significado que la Real Academia Española le asigna como “cambio profundo, generalmente violento, en las estructuras políticas y socioeconómicas de una comunidad nacional” pues no podemos negar que todo esto que estamos viviendo irrumpió de pronto y es violento y ha afectado a todas nuestras estructuras sociales sin dejar exenta ni a las escuelas mismas, las cuales han tenido que sufrir un “cambio rápido y profundo” como también lo define la RAE.

Qué revolución más precipitada en el sistema educativo, qué deseo de supervivencia tan intenso, qué ganas de salir victoriosos de esta batalla donde estamos luchando como en la Revolución: sin armas adecuadas pero con mucho valor y con infinitas ganas no solo de sobrevivir sino también de lograr mejores condiciones educativas, pues esta batalla vino a confirmarnos nuestras carencias, nuestras debilidades, nuestras “áreas de oportunidad” como se estila decir en el ambiente educativo. Nos ha descubierto fortalezas, nos ha evidenciado valores firmes que tiene el magisterio, nos ha hecho resilientes, nos ha puesto a prueba, ha hecho que se animaran a jubilarse muchos que ni siquiera habían pensado en ello por lo que han surgido oportunidades para los nuevos maestros. Ha sido un buen experimento social y de vocación para todos aquellos que estudian para ser los futuros maestros pues les ha tocado ver otras distintas circunstancias en que los maestros tienen que seguir trabajando sin dejar de ser modelos a seguir para sus pequeños estudiantes.

Llegó pues el 20 de noviembre de 2020 y con ello quedamos a un mes de las vacaciones decembrinas, las cuales, por lo que vemos, serán sin las tradicionales posadas en las escuelas. Noviembre sin desfile, diciembre sin posadas, cuándo lo hubiéramos imaginado. No dudo que los maestros y padres de familia encontrarán formas creativas de conmemorar el día de hoy, el día de mañana y siempre, pues si una cosa han demostrado es su creatividad y su preocupación por hacer que las fechas escolares (o históricas) importantes no pasen desapercibidas, ellos, de verdad, junto con sus alumnos y padres de familia, son nuestros grandes héroes de esta revolución.