Los nombres de nuestras escuelas y los personajes elegidos

Por :Blanca Fonseca

Por cuestiones de una investigación que estoy haciendo estuve revisando unos datos sobre las escuelas de educación básica, pero como sabemos, cada vez que indagamos por algo, suelen surgir otras temáticas en las cuales muchas veces ni siquiera habíamos reflexionado. Así me pasó con el nombre de algunas escuelas de educación básica (preescolares, primarias, secundarias) del estado de Colima, aunque estoy segura que esto sucede también en otras partes de nuestro país.

Nuestras escuelas tienen, mayoritariamente, nombres de personajes históricos que han sido ya avalados, de alguna forma, por el paso de los años y por la visión histórica que sobre ellos se conoce. Por ejemplo, tenemos escuelas con nombres de los personajes más renombrados de nuestros movimientos históricos: Venustiano Carranza, Miguel Hidalgo, Benito Juárez, Niños Héroes. Otras escuelas con nombre de fechas nacionales importantes: 5 de mayo, 20 de noviembre, 16 de Septiembre. Otras con nombres de escritores famosos: Octavio Paz, Rosario Castellanos, Pablo Neruda, etc. No pueden faltar kinders, primarias o secundarias con el nombre del máximo ícono de la educación colimense, el profesor Gregorio Torres Quintero, nombre que obviamente no puede generar objeción alguna pues su contribución a la educación en nuestro estado e incluso a nuestro país es por demás valiosa, y es tanto así que la más importante escuela formadora de maestros de Colima lleva también su nombre y pues es meritorio y es significativo y es una forma de brindar honores y agradecimiento a alguien que aportó a este campo y a alguien a quien fácilmente podemos poner como ejemplo a los niños que estudian en las escuelas que llevan su nombre.

Algo totalmente diferente pasa con el nombre que se les ha asignado a algunas escuelas en los últimos sexenios, veo con tristeza que se les asignan nombres de gobernantes quienes después resultan acusados de delitos o carentes de comportamientos ejemplares para nuestros niños. Y no solo eso, lamentable también resulta que no se conformaron con poner el nombre de quien fuera la cabeza principal (gobernador) del estado, sino que también hay escuelas con el nombre de las esposas de algunos de esos gobernadores, que si bien cumplieron con su labor al frente del DIF estatal, no contribuyeron realmente al sector educativo; su mérito fue haber sido esposa de algún gobernador en turno, cumplir con sus funciones que como “primeras damas” tenían a su cargo y ya, nada más destacable para haber sido honradas con ese privilegio. Pero además de las esposas, escuelas con el nombre de funcionarios de determinado periodo de gobierno de los últimos sexenios, que por alguna razón como el ser maestros fueron elegidos, aunque sus acciones docentes nunca fueron su prioridad.

Creo que se debe regular más estrictamente el nombre que se asigne a las escuelas. La calidad moral o la contribución histórica de los personajes elegidos debe ponerse en balanza por periodos más largos de tiempo para ver si después de esos años su contribución es tan grande que sea inminente su designación. Los nombres de las escuelas dan identidad, dan significado, inspiran, deben ser personajes ejemplares y no políticos cuya carrera y hechos todavía estén siendo valorados. Las escuelas por sí mismas, al ser creadas, tienen todas un número (una clave única), entonces si aún no existe un nombre, no debe existir prisa por ponerle uno, mejor esperar y mientras tanto nombrarlas por su clave o por su colonia mientras se tiene un nombre digno y validado por la historia, por la aprobación social, etc. para asignársele, porque es lamentable que los educandos que ahí se forman tengan que cargar con un nombre de algún personaje cuya calidad moral dejó espacios para la duda y luego entonces ni los maestros ni los papás de estos alumnos tendremos grandes atributos que contarles sobre el nombre de su querida escuela.